«La verdadera confrontación no es con otros sino con uno mismo, que la gran batalla no es con los pensamientos y palabras que se escuchan afuera sino con las propias ideas que en el exterior solo son ecos de lo que habita dentro.»
Amados maestros y embajadores de la luz, en tiempos donde las trompetas que anuncian el arranque de un nuevo año empiezan a revelar la irrenunciable llegada de tiempos de cambio, algunos de ustedes experimentarán la necesidad de confrontar.
¿Cómo hacer para defenderme de otros? Es una pregunta que con frecuencia escuchamos en su interior.
Para muchos, el acto de confrontar, parecerá una tarea tan difícil como defenderse de la fuerza de un rayo de luz, que implacable cae sobre un bosque con total obscuridad. Este rayo de luz representa para nosotros la fuerza de la verdad, cuando ésta se arroja sobre un territorio oscuro y difícil de penetrar.
¿Y qué puede ser un territorio oscuro? ¿Dónde habita realmente ese bosque al parecer impenetrable? De eso hablaremos en esta ocasión.
Comenzaremos por decir que, si la necesidad de confrontarse con algo o con alguien hoy se presenta ante ustedes, no serán las palabras o los argumentos elaborados lo primero que habrá que ensayar. Deben saber que tu mejor defensa se encontrará en dos armas que no siempre se llegan a sacar: el escudo de su amor personal y la lanza de su voz cuando ésta se ha alineado con su más noble verdad.
Qué clase de combate es éste donde se usan éstas armas se preguntarán. Nos estamos refiriendo a esos “combates” que hay que librar cuando ante ustedes llegan otros con palabras que les hieren o les descalifican, o cuando ellos son portadores de esas voces a las que ustedes llaman “críticas”.
Cuando ante sus oídos se presenten estas voces Maestros, cuiden que en sus argumentos de regreso, no haya juicios ni descréditos hacia otros pues eso sólo les desenfocará del verdadero objetivo en este combate. Cuando lleguen esos tiempos Maestros, tendrán que velar porque la expresión de su voz conecte con la verdad que su corazón como se revelaría si fuese entrevistado de manera directa. Y si son tomados por sorpresa, entonces antes de hablar vuelvan pronto al hogar, descansen, apagen las voces externas y reconecten con su corazón, para dar con eso, a lo que es posible que desde hace tiempo hayan querido escapar.
La vibración de la propia verdad confiere a aquel que se debe defender, con la mayor fuerza, pues es en la expresión de “lo que yo percibo”, “lo que yo siento”, “lo que yo veo”, “lo que yo interpreto” donde se encuentra la mayor necesidad de sanar y no en las condenas de “lo que tú me hiciste”, “lo que tú me dijiste”, o “me mandaste decir”.
Esas interpretaciones de lo que otros dicen, que no son sus palabras, son el mayor veneno que auto-produce, enferma y obsesiona al que cree que debe a toda prisa salir a confrontar a los demás.
Quedarse atrapado en el embrujo de las palabras de otros sólo revelará tu necesidad de alcanzar un entendimiento más profundo sobre la verdadera razón por la que se está presentando este episodio en sus vidas, así como de encontrar lo que realmente es necesario confrontar; y para descubrirlo, tendrán que emprender un camino en búsqueda de algo de lo que en algún momento se decidieron separar.
¿Cómo dar con la verdad?
Cuando creas que otros les han profanado al alzar su voz contra ustedes, activen su conciencia Maestros, nadie puede profanar el templo de la verdad, sino que cada vez que con sus juicios rechacen su naturaleza humana, ustedes se estarán alejando de ese templo y perderán de vista la oportunidad que guarda una experiencia para trascender y avanzar en su camino de iluminación. Sí Maestros, cada vez que se juzgan a ustedes mismos, esa vibración de rechazo será percibida afuera y regresará a ustedes en forma de una crítica para poder ser sanada.
Así que a partir de ahora sabrán, que cuando la tarea de salir ante este tipo de confrontaciones se presente ante ustedes, ello sólo indicará la necesidad que tienen de expresar y reconocer con auténtico respeto, admiración y amor, algún aspecto de su ser personal que habían rechazado.
Maestros, antes de ir a esos combates a los que piensan que les arroja la vida, verifiquen su intención de hablar, y sánenla si detectan que su deseo es poner a otros en su lugar. No Amados, esos deseos de crucificar a los otros sólo acabarán por crucificarlos a ustedes y con ello perderán de vista la verdadera razón por la que surge la necesidad de confrontar, que es sanarse a uno mismo al dejar salir eso que no se había expresado con anterioridad, así como rectificar la veracidad de los propios pensamientos y juicios.
Maestros cuando se den cuenta de que se avecinan tiempos de enfrentamiento prepárense, escúchense y toquen cada uno de sus miedos; confróntenlos y dense cuenta que no será dándoles la vuelta sino enfrentándolos como se liberarán de ellos. Como parte de su preparación para hablar, tendrán que penetrar en el bosque de sus más oscuras ideas y creencias, pues no hay nada que se presente afuera que no haya sido creado primero en el reino donde susurran sus pensamientos.
Amados Maestros, muchas serán las confrontaciones que surjan en su vida y llegado su debido tiempo, muchas las batallas que tendrán que librar adentro. Sabrán que están listos para trascender cada prueba de confrontación que les sea presentada, cuando recuerden ese momento donde dejaron escapar falsas creencias por su persona que luego otros vinieron a verbalizar, a través de otra circunstancia o evento. Una vez que esto haya ocurrido, sentirán el llamado para dejar el bosque obscuro en que habían habitado para enfrentar así lo creado y a lo cual solo cada uno podrá derrotar.
Al pronunciar su verdad interior, serán ustedes quienes arrojen ese rayo de luz para desintegrar el bosque oscuro de ideas limitantes que habían generado al olvidar quiénes realmente son y a lo que están llamados.
Maestros, para poder emitir este rayo que generará luz donde antes había obscuridad, deberán primero tomar conciencia de sus emociones así que no las traten de evitar, pues detrás de cada emoción hay información que se debe escuchar. Particularmente estén alerta de todas esas zonas que provocan la sensación de crisis y no permitan que estas tensiones convivan con el momento en que deban pronunciar su verdad, pues ello les restaría intensidad.
Habrá tiempos para hablar y otros más para callar. Sí amados Maestros, en preparación para ese momento final en el que tengan que hablar para apagar las falsas creencias a las que ustedes habían dado vida, enfrentarán batallas con todas esas versiones achicadas de su persona y las que los otros en un acto de amor vendrán a representar, para que ante la incomodidad que ello les provoque, ustedes puedan reconocer su más auténtica verdad.
Y cuando venga ese gran momento amados Maestros, recuerden la importancia de tomar completa posesión de su verdad: hablen en primera persona en lugar de señalar a otros apuntándoles por todo lo que aparentemente hicieron mal, pues eso sólo abriría un nuevo vórtice que tarde o temprano se volvería en su contra, y del que nuevamente se tendrían que deshacer al confrontar.
Maestros, algunos piensan que cuando llega el momento de confrontar, hay que activar un acto de defensa personal que consiste en debilitar a los demás; hoy les decimos, que si así piensan con ello sólo se debilitarán a ustedes mismos y aún ganando esa aparente batalla habrán perdido la más importante lección que se desprende de la necesidad de confrontar, pues detrás de este acto reside el más importante evento al que está llamado todo aquél que se ha engañado con versiones pequeñas de su ser que le alejan de su verdadera identidad.
Decimos entonces, que la verdadera confrontación no es con otros sino con uno mismo, que la gran batalla no es con los pensamientos y palabras que se escuchan afuera sino con las propias ideas que en el exterior solo son ecos de lo que habita dentro de esos bosques a los que sin darse cuenta ustedes han creado.
Maestros, si confrontamos es para dejar salir en voz alta esa verdad que desde el fondo del corazón había esperado quizás años y cientos de eventos para que finalmente al ser liberada pueda ser escuchada y como consecuencia reaccionen, para que al reconocerse puedan ubicarse bajo las circunstancias, personas y eventos que a su vez les reconocerán en todo lo que ustedes realmente son.
Sean conscientes Maestros, que a partir del momento en que lancen su declaratoria de verdad, ese rayo será, como un nuevo agente de luz que les representará.
Que sepan que mientras estos eventos de confrontación ocurren, los guías y seres de luz que les acompañamos seremos los más fieles espectadores interesados en no perder un segundo de ese acto de reconciliación, que sólo ustedes podrán realizar al cambiar la emoción de la ira por la del amor personal. Estaremos a su lado para asistirlos en todo momento.
Maestros, ansiosos esperamos deleitarnos ante la dulce melodía que surge cada vez que una voz expresa las más nobles verdades de un corazón que se ha liberado. Nos emociona saber que todos y cada uno de ustedes, están llamados a resurgir y a abrazar su auténtica identidad, así como a recordar el verdadero sentido por el que han venido a la Tierra.
Siendo fascinantes estos tiempos de cambio, y siendo ustedes portadores de una gran misión, a lo largo de su vida enfrentarán varias veces la necesidad de confrontar; activen la conciencia de que cuando estos episodios ocurran más que confrontar al exterior, el reto será confrontarse con su propia verdad.
Maestros, que ante la línea horizontal que se pinta cuando alguien piensa que lucha contra el poder de los demás, reconozcan esa cruz de luz que se puede activar si sobre esa horizontal, proyectan una línea vertical que los conectará directamente con nosotros.
Y por tanto, que encuentren en esta necesidad de confrontar, su verdadera razón y el SÍ-sentido de lo que están atravesando, eso que hoy hemos decidido venir a recordarles: la fuerza de la sanación que cada uno podrá activar, si conecta con la potencia de la verdad.
Sepan que desde antes de su nacimiento ustedes son grandes.
Yo Soy Hilarión.
Canalizado por: Maru Méndez